La constante aparición de innovaciones, el desarrollo de la economía digital, así como los cambios en los usos sociales, han transformado nuestro entorno de forma acelerada e impredecible. Este cambio tecnológico global y acelerado plantea enormes desafíos para el sector público donde la eficacia y la eficiencia están en juego y, también, su capacidad para anticiparse a la sociedad a la que debe servir.
En este escenario cobra gran relevancia el papel de las administraciones, no solo como promotores de la innovación, sino también como sujetos innovadores en sí mismo. Así, a través de las políticas de innovación públicas, el sector público goza en la actualidad de un rol clave a la hora de favorecer la asignación de recursos para la generación de innovaciones, como las acciones dirigidas a incentivar directamente la innovación empresarial y a mejorar el entorno institucional en el que se desarrollan estas actividades innovadoras.
Son muchos y diversos los diferentes instrumentos existentes para impulsar la innovación desde lo público y generar espacios de desarrollo que han ido evolucionando a lo largo del tiempo para dar respuesta a las diferentes necesidades existentes. Todos ellos se pueden combinar entre sí para generar valor y un entorno propicio a la innovación, si bien no todos cuentan con la misma madurez ni nivel de desarrollo. Especial relevancia tienen los denominados instrumentos experimentales públicos para la explotación de conocimiento, los cuales abogan por nuevas formas de colaboración público-privada e, incluso, en ocasiones, nuevos marcos reguladores, como palanca activadora de la innovación urbana.
Y entre todos ellos, no es aventurado concluir que son los laboratorios urbanos/living labs y los sandboxes los instrumentos que mayor interés están despertando en la actualidad, tanto entre las propias Administraciones Públicas, como para el resto de los agentes que conforman el modelo de cuádruple hélice de la innovación.
Hacia la innovación urbana desde la cocreación
En ambos casos, estos instrumentos responden a una filosofía en la que la ciudad en su conjunto o espacios o infraestructuras específicas de la misma se ponen a disposición de la innovación y el testeo de soluciones que respondan a retos económicos, sociales y medioambientales, bajo una lógica multisectorial y de cocreación público-privada.
Cuando este proceso requiere de un espacio controlado, un instrumento supervisor y se rija por un esquema o marco regulatorio creado ad hoc bajo la lógica ley-protocolo es cuando hablamos del concepto de Sandbox, frente al concepto de laboratorio urbano, que no requiere de estos aspectos.
Sin embargo, ¿qué otras diferencias presentan? ¿cómo funcionan desde un prisma operativo? ¿cómo se pueden financiar? ¿cuáles son las Administraciones Públicas pioneras en su uso?
Estas y muchas otras preguntas son las que desde TECH friendly, y con nuestros compañeros de viaje de LexLab, nos estamos aventurando a tratar de dar respuesta en municipios referentes en políticas de innovación a nivel estatal como València, donde estamos articulando una ordenanza reguladora para su Sandbox urbano; Alcoi, en el que se ha optado por un planteamiento alternativo en forma de un convenio marco regulador de su Sandbox o Barakaldo, a quien estamos acompañando en el proceso de configuración de su propio living lab en el espacio de Pormetxeta.
El pasado mes de marzo, Alcoi presentó su Sandbox Urbano el acto contó con la participación de la Agencia Valenciana de la Innovación (AVI) y el Ayuntamiento de València, y permitió conocer los detalles de este proyecto pionero en el estado en materia de innovación urbana.
Equipo de Innovación
TECH friendly